miércoles, 24 de abril de 2013

CÓMO RECONOCER EL APEGO EN UNO MISMO


Existen seis manifestaciones típicas que definen el apego (apego inseguro o ansioso).Si presentas algunos de estos indicadores es posible que ya estés enredado con algo o alguien de manera inadecuada.

1.       Negociar la libertad (Autonomía restringida).Si estas apegado no serás el dueño de tus acciones. Estarás bajo la dirección y mando de algo a alguien que obrará como un amo y te comportarás como un esclavo obediente y embelesado. Perderás la libertad interior y tu capacidad de decisión como si le hubieses vendido tu alma al diablo. El apego es una patología de la libertad que te quita hasta el último aliento de energía vital.

2.       Un impulso incontrolable hacia algo o alguien (Deseo insaciable). Nunca estarás satisfecho. Ya sea porque quieres llenar un vacío que no se llena o porque no puedes tener disponible cada vez que se te antoje el objeto/persona de tu apego. Tu sed será inextinguible, y cuanto más recibas, más querrás. Llegará un momento en que el alivio de no perderlo será más determinante que el placer de tenerlo en sí mismo. La dicha inicial se convertirá en dolor.

3.       El miedo a perder la fuente de apego (Ansiedad anticipatoria a la pérdida). Si piensas que tu fuente de apego lo es todo y el principal motivo de tu existencia, es apenas natural que el miedo a perderla no te deje en paz. La ansiedad anticipatoria será una carga inevitable. Estarás pendiente de cualquier signo o indicador que te haga sospechar de la ruptura del vínculo. Para vencer el apego hay que estar abierto a la renuncia y aceptar lo peor que pueda pasar. ¿Pero cómo hacerlo si el miedo te nubla la razón?

4.       La identidad desorientada (Déficit en el autoconocimiento). Los que llevan mucho tiempo adictos a una actividad, un bien material o una persona, ya no saben en realidad quiénes son: andan perdidos y no se encuentran a sí mismos. Los dependientes se han entregado tanto a su fuente de apego, que han perdido contacto con su “yo” auténtico. Quizás ya no recuerdes cómo o quién eras antes de establecer la simbiosis del apegado, pero si escarbas en ti mismo con perseverancia volverás a encontrarte y reconocerte.

5.       Un instinto de posesión exacerbado hacia algo o alguien (Necesidad de apoderase o adueñarse). La necesidad de posesión y la pérdida de identidad van de la mano. El afán de poseer pretende convertir aquello que se desea en una extensión personal. Cuando el “mi” se apodera del “yo”, este se vuelve acaparador y lo quiere todo. La necesidad de adueñarse de las cosas o de las personas te debilitará hasta agotar reservas. Como verás más adelante, tener no es poseer. Pensarás que las cosas son para siempre y de manera irracional reducirás tu tolerancia a la frustración a la mínima expresión.

6.       Restricción de la capacidad de sentir a causa del apego (Reducción hedonista). Tu experiencia vital se limitará sustancialmente porque la fuente de apego absorberá toda tu energía y capacidad de disfrute. Tendrás ojos y aliento solo para mantener tu vínculo de dependencia y no verás ni sentirás nada más: estarás atrapado en una reducción hedonista cada vez mayor. Solo te interesarás por tu fuente de apego. La gente que logra desapegarse descubre que había un mundo vivaz y palpitante a su alrededor que increíblemente había pasado desapercibido.

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