Para evitar que una persona sana sufra de carencias
nutritivas, basta con llevar a cabo una alimentación equilibrada, tal y como se
recomienda a toda la población general, donde el aporte calórico esté adaptado
a las necesidades energéticas del organismo, y la cual sea variada, conteniendo
diariamente todos los grupos de alimentos básicos (lácteos, verduras y frutas,
cereales-féculas-legumbres, carnes-pescado-huevos y grasas).
Por tanto, el primer paso para suplir las carencias
vitamínicas y de minerales que ocasiona el tabaco, es seguir una alimentación
equilibrada, la cual tendrá que ser variada, agradable y suficiente.
Vitamina C y fumadores habituales:
En los fumadores habituales, las concentraciones de
vitamina C en suero y en leucocitos son inferiores que en las personas que no
fuman. Esto parece ser debido a que la renovación metabólica está aumentada en
cerca de un 40% por encima de la de los no fumadores. Es interesante destacar
que las concentraciones plasmáticas de vitamina C en los no fumadores que son
regularmente expuestos a un ambiente con humo de cigarrillo o fumadores
pasivos, se encuentran en niveles más bajos que la de no fumadores no expuestos
y esta diferencia es altamente significativa. Esta vitamina, considerada el
principal antioxidante hidrosoluble, desempeña un papel protector importante en
nuestro organismo; reduce la producción de radicales libres que ocasiona el
tabaco y que resultan dañinos para las grasas, las proteínas y el DNA (código
genético) de las células.
Ingestas recomendadas:
Adulto sano, 60-100 mg/día y fumador, 120 mg/día.
Fuentes alimentarias:
Guayaba, kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresas,
bayas, pimientos, tomate, brasicáceas, frutas y hortalizas en general.
Cómo cubrir las recomendaciones:
Introducir cada día un zumo natural de cítricos (zumo de
dos naranjas o de pomelo, etc.), verduras, ensaladas y otra pieza de fruta rica
en vitamina C.
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