Estimado participante en este blog usted podrá encontrar información útil en el campo de la psicología con artículos seleccionados y de interés general
domingo, 30 de agosto de 2015
sábado, 29 de agosto de 2015
¿Los alimentos afectan el ánimo?
¿Los alimentos afectan el ánimo?
¿LA DIETA PUEDE AYUDAR A PONERNOS
DE BUEN HUMOR? SI, Y TAMBIÉN TODO LO CONTRARIO, LAS MALAS ELECCIONES DE
ALIMENTOS PUEDEN FOMENTAR EL MAL HUMOR O HASTA UNA LEVE DEPRESIÓN.
Mientras que ciertas dietas o
alimentos nos pueden aliviar la depresión -o ponernos inmediatamente en un
mejor estado de ánimo-, pueden ayudar como parte de un plan de tratamiento
general. La investigación indica que, en cierto modo, la dieta puede influir en
el estado de ánimo.
Básicamente, la ciencia de los
alimentos sobre el estado de ánimo se basa en lo siguiente: Ciertos tipos de
alimentos pueden provocar cambios en la estructura de nuestro cerebro -química
y fisiológicamente-, conduciendo a un comportamiento alterado.
¿Cómo usar la comida para impulsar
el humor?
Encontrarás ocho sugerencias a
continuación. Trate de incorporar el mayor número posible, porque
independientemente de sus efectos sobre el estado de ánimo, la mayoría de estos
cambios ofrecen otros beneficios para la salud también:
1. No desterrar los carbohidratos
La conexión entre los
carbohidratos y el estado de ánimo se relaciona con el triptófano, un
aminoácido no esencial. A medida que más triptófano entra en el cerebro, más
serotonina se sintetiza en el cerebro, y el ánimo tiende a mejorar. La
serotonina, conocida como regulador del estado de ánimo, se hace naturalmente
en el cerebro a partir del triptófano con la ayuda de las vitaminas B. Los
alimentos que incrementan los niveles de serotonina en el cerebro son el
pescado y la vitamina D.
Si bien el triptófano se
encuentra en casi todos los alimentos ricos en proteínas, otros aminoácidos son
mejores para el pasaje del torrente sanguíneo al cerebro. Así que en realidad
puede aumentar sus niveles de triptófano comiendo más hidratos de carbono. Pero
es importante tomar decisiones inteligentes y consumir carbohidratos como
granos enteros, frutas, verduras y legumbres, que también contribuyen
importantes nutrientes y fibra.
Entonces, ¿qué sucede cuando
sigue una dieta baja en carbohidratos? De acuerdo con investigadores de la
Universidad Estatal de Arizona, una dieta muy baja en carbohidratos
(cetogénica) aumenta la fatiga y reduce el deseo de realizar ejercicio en
personas con sobrepeso después de sólo dos semanas.
2. Incorporar ácidos grasos Omega
3
En los últimos años, los
investigadores han observado que los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 -que
se encuentran en los pescados grasos, linaza, cáñamo y nueces- pueden ayudar a
proteger contra la depresión. Esto tiene sentido fisiológicamente, ya que los
omega 3 afectan las vías de neurotransmisores en el cerebro. Estudios
anteriores han sugerido que puede existir un anormal metabolismo de los ácidos
grasos omega 3 en la depresión, aunque algunos estudios también desvinculan la
asociación entre el omega 3 y la depresión. Sin embargo, estos ácidos grasos
tienen otros beneficios para la salud, por lo que vale la pena intentarlo.
3. Comer un desayuno equilibrado
El desayuno regular conduce a un
mejor estado de ánimo, según algunos investigadores -junto con una mejor
memoria, más energía durante el día, y la sensación de calma-. Es lógico pensar
que saltarse el desayuno podría hacer lo contrario, conduce a la fatiga y la
ansiedad. ¿Qué debe aportar un buen desayuno? Fibra y nutrientes, algunas proteínas
magras, grasas buenas y carbohidratos de granos enteros.
4. Realizar actividad física y
controlar el peso
Después de ver los datos de 4.641
mujeres de entre 40-65 años, los investigadores del Centro de Estudios de la
Salud en Seattle encontraron una fuerte relación entre la depresión y la
obesidad, los niveles más destacados de depresión se encontraban en las mujeres
que no realizaban actividad física y mantenían una ingesta calórica más alta.
Las dietas muy restrictivas
tampoco son recomendables, cortar demasiado las calorías y los carbohidratos
puede conducir a la irritabilidad. Y si está siguiendo una dieta baja en grasa,
asegúrese de incluir un montón de alimentos ricos en omega 3 -como el pescado,
semillas de linaza, cáñamo, huevos, nueces y aceites vegetales de calidad).
5. Consuma una dieta mediterránea
La dieta mediterránea es una
alimentación equilibrada y saludable. Incluye muchas frutas, frutos secos,
verduras, cereales, legumbres, aceite de oliva y pescado – todos los cuales son
importantes fuentes de nutrientes vinculados a la prevención de la depresión-.
Un estudio español reciente, con
datos de 4.211 hombres y 5.459 mujeres, mostró que las tasas de depresión
tienden a aumentar en los hombres, especialmente los fumadores, cuando existe
un bajo nivel de folato. Lo mismo ocurrió en las mujeres, sobre todo entre las
que fumaban o no eran físicamente activas-, pero relacionado con la falta de
vitamina B: B12. Este no es el primer estudio en donde se asocia a estas dos
vitaminas con la depresión.
Los investigadores se preguntan
si la ingesta pobre en nutrientes conduce a la depresión o si la depresión
lleva a la gente a comer una dieta pobre. El folato se encuentra en la dieta
mediterránea, en alimentos como las legumbres, nueces, muchas frutas y verduras
de color verde oscuro en particular. La vitamina B12 se encuentra en todos los
productos animales magros y bajos en grasa, como el pescado y los lácteos bajos
en grasa.
6. No olvidar la vitamina D
La vitamina D aumenta los niveles
de serotonina en el cerebro. Los investigadores de la Universidad de Toronto
notaron que las personas que sufrían de depresión, particularmente aquellos con
el trastorno afectivo estacional, tienden a mejorar a medida que sus niveles de
vitamina D aumentan durante el curso normal de un año. Trate de obtener
alrededor de 600 UI de vitamina D al día de los alimentos, si es posible.
7. Seleccione alimentos ricos en
selenio
Suplementar con selenio de 200
microgramos al día durante siete semanas mejoró la depresión leve y moderada en
16 participantes de edad avanzada, según un pequeño estudio de la Universidad
Texas Tech. Estudios anteriores también han informado de una asociación entre
la baja ingesta de selenio y estados de ánimo desmejorados.
Se necesitan más estudios, pero no
puede hacer daño asegurarse de que está comiendo alimentos que le ayudan a
cumplir con la ingesta dietética de selenio (55 microgramos al día). Los
alimentos ricos en selenio son:
Mariscos (ostras, almejas,
sardinas, cangrejos, peces de agua salada y peces de agua dulce)
Frutos secos y semillas
(particularmente nueces de Brasil)
Carne magra
Cereales integrales (pasta
integral, arroz integral, avena, etc.)
Frijoles, legumbres
Si es afín a los productos
lácteos bajos en grasa, también aportan selenio
8. No se exceda cafeína
En las personas con la
sensibilidad, la cafeína puede exacerbar la depresión. Y si la cafeína te
mantiene despierto por la noche, esto sin duda podría afectar su estado de
ánimo al día siguiente.
Aquellos con más riesgo podrían
tratar de limitar o eliminar la cafeína durante un mes o más para ver si mejora
el estado de ánimo.
Algunas referencias:
Appleton, K.M. Journal of Affective Disorders,
Dec. 2007; Vol 104: pp 217-223.
Medical Journal of Australia, Nov. 6, 2000; 173
Suppl: S104-5.
White A.M. Journal of the American Dietetic
Association, October 2007; Vol 107: pp 1792-1796. Sánchez-Villegas, A.
Public Health Nutrition, 2006; Vol 9: pp 1104-9.
Conducta o comportamiento. Más allá de las disquisiciones terminológicas Teoría - Fundamentos
Conducta o comportamiento. Más allá de las disquisiciones terminológicas
Teoría - Fundamentos
- Jennifer Delgado Suárez
Universidad de
Cienfuegos La Habana, Cuba
- Yiana M. Delgado Suárez
Universidad Central
Marta Abreu de Las Villas Santa Clara, Cuba
RESUMEN
- La conducta es un término extensivamente manejado
en las ciencias psicológicas; sin embargo, su conceptualización aún dista
de proveer una teoría heurística para la práctica psicológica,
psiquiátrica y educativa. En este sentido sería vital un primer
acercamiento a la misma desde su historicidad y una teoría compleja del
desarrollo humano que la vislumbre como un fenómeno multideterminado.
Palabras clave: Definición,
conducta, multideterminación, implicaciones metodológicas.
Acercamiento etimológico a la
conducta
El interés por comprender por qué
los seres humanos actúan de una manera determinada, qué los impulsa y qué los
puede detener, se remonta a épocas anteriores a la aparición de la psicología
como ciencia. Sin embargo, fundamentalmente a partir de 1879, comienza a
desarrollarse todo un sistema categorial que, aunque no privativo, sí es
distintivo de la misma. En este sentido, quizás sea la conducta uno de los
términos más manejados por las distintas escuelas psicológicas y con
independencia del campo disciplinario al que se haga referencia. No obstante,
la comprensión de la conducta como categoría psicológica ha estado
marcada por los debates propios de una ciencia en ciernes, presentando un
desarrollo complejo y no exento de oscurantismos metodológicos. En este momento
sería muy aventurado posicionarse en axiomas que delimitasen la conducta, pero
se hace imprescindible una redefinición de la misma desde la perspectiva de una
teoría integradora y heurística, de manera que se amplíen los diferentes
acercamientos en el orden metodológico que hoy se realizan.
El vocablo conducta, al
igual que la mayoría de los términos que hoy se utilizan en las ciencias
psicológicas, proviene de las ciencias naturales en una transpolación casi
lineal de su significado original. Vigotsky alertaba acerca de la génesis de
los conceptos psicológicos: “El lenguaje psicológico actual es, ante
todo, insuficientemente terminológico: eso significa que la psicología no posee
aún su lenguaje. En su vocabulario encontramos un conglomerado de tres clases
de palabras: palabras del lenguaje cotidiano, las palabras del lenguaje
filosófico y los vocablos y formas tomados de las ciencias naturales” (Vigotsky,
1997, 324). Por supuesto, la historia etimológica de los conceptos marca, de
alguna manera, su posterior definición y utilización, produciendo generalmente
restricciones semánticas muy difíciles de eliminar. Quizás la utilización
primera de la palabra conducta se encuentre en el área de la química, donde se
refiere a la actividad de las sustancias; posteriormente, pasó a usarse en la
biología, para hacer alusión a las manifestaciones de los seres vivos ha
conducido a comprensiones limitadas de este concepto en la psicología, hecho
que se avala precisamente por el significado casi idéntico con el que fue
introducido en la psicología animal por Jennings.
En este punto, cabría preguntarse
el porqué de la reputación que alcanzó este vocablo en las ciencias
psicológicas. En primer lugar, la conducta encierra el conjunto de fenómenos
que son observables o que son factibles de ser detectados, es decir, es un
concepto que al aplicarlo puede ser descrito y explicado en función de los
fenómenos mismos y recurriendo a leyes de carácter mecanicista; la utilización
de este término brinda, por lo tanto, la ansiada objetividad que se buscó en
las ciencias psicológicas y satisface el deseo cuantificable de la mayoría de
sus profesionales, añadiéndosele, además, que devino sustantivo propio en la
denominación de una de las escuelas psicológicas que brindó una opción a la
psicología como ciencia cuando ésta amenazaba con encerrarse en el subjetivismo.
Etimológicamente la palabra
conducta proviene del latín significando conducida o guiada; es decir, que
todas las manifestaciones que se comprenden dentro de sí suponen que son
conducidas por algo que bien pudiera ser interno o externo. Partiendo de esta
idea y de las diferentes soluciones que se dedican al problema psicofísico, la
conducta puede ser guiada tanto por los fenómenos psíquicos como por la
influencia que ejerce el medio social sobre el sujeto; desde una perspectiva
idealista se sugiere que la conducta es el resultado de los fenómenos psíquicos
que se expresan mediante manifestaciones corporales en el medio externo donde
el sujeto se desarrolla. En contraposición con esta teoría, la concepción
materialista expone que la conducta es un resultado de la influencia
social a la que el sujeto está sometido y que se expresa a partir de las
condiciones psíquicas del mismo. Sin embargo, ampararse en uno u otro enfoque
minimiza la riqueza y enclaustra la comprensión que puede brindar un término que
en la actualidad constituye un punto de análisis primordial para comprender al
ser humano, siendo necesario examinarlo en su propio movimiento y desarrollo a
través de las diferentes posiciones psicológicas.
La conducta y el
comportamiento en el behaviorismo y el enfoque histórico cultural
Aun cuando la conducta es
un término extensivamente manejado en la psicología, su significado es
comprendido generalmente, de manera simplista y unilateral, subsistiendo
interrogantes que ameritan un análisis: ¿Qué es la conducta humana? ¿Cuál es el
determinismo que ejerce sobre el ser humano y su entorno? ¿Qué factores
determinan la conducta humana? ¿Existe una equivalencia entre los conceptos de
conducta y comportamiento?
Al intentar redefinir la conducta
o brindar presupuestos para su comprensión, se hace ineludible analizar el enfoque
behaviorista como aquel que brindó un verdadero impulso al tratamiento
de este término en la psicología a partir, fundamentalmente, de 1913 con los
trabajos de Watson, incorporándose nociones pioneras en cuanto a la comprensión
y utilización práctica del término conducta en la investigación psicológica.
El behaviorismo promulgaba
que la psicología científica debía estudiar solo las expresiones externas del
sujeto, aquellas que podían ser sometidas a observación, registro y
verificación; debe acotarse que esta idea sentó sus bases en los estudios
realizados anteriormente por P. Janet y H. Pierón, quienes ya desde 1908 se
referían a una psicología del comportamiento. Particularmente, en los trabajos
de P. Janet, se incorpora el término conciencia como una forma de conducta en
específico y se describe una jerarquía de operaciones de conducta que incluye
cuatro grupos fundamentales compuestos por: la conducta animal, la
conducta intelectual elemental, las conductas media y superior. Posteriormente,
en las investigaciones realizadas por Watson, éste definió la conducta como lo
que el organismo hace o dice, incluyendo en esta denominación tanto la
actividad externa como la interna, de acuerdo con su propia terminología.
Watson redujo el estudio de la conducta a la estructura observable del ser
humano: “(…) ¿por qué no hacer de lo que podemos observar el verdadero
campo de la psicología? Limitémonos a lo observable y formulemos leyes sólo
relativas a estas cosas. Ahora bien: ¿qué es lo que podemos observar? Podemos
observar la conducta” (Tortosa, 1998, 301).
En lo que respecta a esta idea,
se demuestra la restricción del pensamiento watsoniano, cuyo único fin era la
predicción y el control de la conducta con métodos estrictamente
experimentales, lo que marca simultáneamente una obvia conexión con la
psicología animal, comprobándose a la vez su incapacidad teórica para
comprender las conductas humanas complejas, pues su base teórica se reducía a
la psicología comparada. Sin embargo, esto no indica, como se ha popularizado
incluso en los ámbitos psicológicos, que el behaviorismo e inclusive Watson, no
reconociesen otros aspectos de la vida emocional del sujeto: “En contra
de lo que se ha afirmado en numerosas ocasiones Watson no reducía el
comportamiento únicamente a la actividad motora o movimientos, sino que admitía
también la existencia de otros tipos de actividad del organismo, como la
emocional” (Parra, 2006). Es decir, la principal crítica que puede
realizarse al behaviorismo clásico es su énfasis fundamental en lo observable,
hecho que metodológicamente restringió su comprensión de lo psicológico a
formaciones resultantes de una serie de respuestas organísmicas ante las
incidencias ambientales.
Por supuesto, la elementalidad de
esta explicación conductual del ser humano condujo al desarrollo del neobehaviorismo.
A principios de los años treinta del siglo pasado, Hull abordó la conducta
fundamentándose en la relación estímulo-respuesta, pero tomando en
consideración no solo los estímulos externos, sino también los estímulos
internos, de ahí su interpretación de la conducta en secuencias
estímulo-respuesta observable y no observable. En este momento todavía no se
había resuelto totalmente la relación psicofísica en la conducta, pero Hull
reconocía la existencia de algo interno y, partiendo de ese reconocimiento,
trató de cuantificar las conductas por medio de observaciones empíricas, dando
lugar a lo que se conoce como el “sistema de conducta de Hull”.
De manera análoga, Skinner varió
el objeto de estudio de la psicología ubicándolo en la vida mental, pero
restringió los análisis metodológicos a las manifestaciones visibles: la
conducta. Skinner elaboró su propia concepción en la que insistió en la
distinción entre conductas controladas por contingencias, es
decir, interacciones directas del organismo con su medio y, conductas gobernadas
por reglas, por las formulaciones verbales, órdenes y/o instrucciones. Esta
idea constituye un pálido intento de brindar un papel activo al sujeto que ya
no sería una estructura inmóvil y carente de movimiento sobre la que actúan
instancias externas, sino que conformaría una relación de interdependencia con
el medio.
Es importante destacar que aún en
la actualidad el término conducta se vincula directamente con
la escuela behaviorista, aunque su estudio no se reduce
solamente a esta corriente, pues también es tema de debate dentro del resto de
los enfoques psicológicos. Sin embargo, la utilización de este vocablo entre
los profesionales afiliados a otras escuelas del pensamiento psicológico ha
sido controvertida, prefiriéndose el término comportamiento. Aunque en la
actualidad estas disquisiciones terminológicas apenas se utilizan, usándose
indistintamente comportamiento y conducta, según Parra (2006): “en español
el término ‘behavior’ puede ser traducido de las dos maneras”. Es válido
declarar que la principal distinción que se realiza en la literatura española
en cuanto a estos conceptos se refiere a que el comportamiento es expresión de
la personalidad, mientras que la conducta no siempre
manifiesta los contenidos personológicos, poseyendo un carácter más
respondiente y otorgándole, por lo tanto, un papel más pasivo al sujeto. Es
curioso cómo el comportamiento ha adquirido un significado que demuestra una
mayor implicación del sujeto, hecho relacionado con la etimología de la
palabra, también proveniente del latín comportare, pero que significa implicar,
mientras la raíz etimológica de conducta indica algo externo, guiado.
Desde esta óptica, la utilización
de los términos conducta y comportamiento no presenta diferencias
substanciales, lo realmente importante en este análisis es la comprensión
profunda de los mismos como un factor de influencia diversa sobre el ser humano
y a la vez expresión del mismo. En este sentido, la escuela histórico-cultural
puede brindar, desde la diversidad teórica de sus autores, presupuestos
fundamentales para la comprensión de un fenómeno complejo.
Se hace vital destacar las ideas
de Rubinstein al respecto. Basándose en la solución del dilema psicofísico, en
el que maneja la interdependencia de los fenómenos físicos y psíquicos, plantea
que la conducta, más allá de la relación reduccionista estímulo-reacción, está
determinada por el mundo exterior a través de los fenómenos psíquicos; es
decir, que aun cuando los factores sociales ejerzan una gran influencia sobre
la conducta humana, ésta surge y se desarrolla en la actividad psíquica del
sujeto, convirtiéndose posteriormente en un reflejo de la misma. Es necesario
destacar la designación que Rubinstein utiliza para describir la manera cómo el
factor social actúa sobre la conducta: “de modo mediato“, y en esta
expresión desacredita la inmediatez de la relación causa-efecto.
En un análisis más profundo sobre
la participación activa de otras significaciones en la conducta, este autor
destaca la importancia de la historia de vida del sujeto: “…la conducta de
las personas está determinada no solo por lo que se halla presente, sino,
además, por lo que se halla ausente en un momento dado; está determinada no
solo por el medio próximo que nos rodea, sino, además, por acontecimientos que
acontecen en los rincones del mundo más alejados de nosotros, en el momento
presente, en el pasado y el futuro” (Rubinstein, 1979, 330). Es decir,
la conducta se desarrolla dentro de una sucesión de actos en los que el sujeto
se ve inserto, interviniendo conjuntamente las experiencias del medio social
donde el hombre se integra, aun cuando no haya sido partícipe de ellas, pues
mediante el proceso de aprendizaje incluye estos nuevos conocimientos y
experiencias histórico-culturales a su vida personal. En concordancia con esto
plantea: “Todo acto de cognición constituye, al mismo tiempo, un acto en
virtud del cual hacemos entrar en acción nuevas determinantes de nuestra
conducta” (Rubinstein, 1979, 330); de aquí que considere el proceso de
aprendizaje como un proceso desarrollador para la conducta, pues a partir de la
adquisición de nuevos significados el sujeto ganará para cada objeto o fenómeno
un nuevo sentido que definirá la posterior relación con los mismos; así, los
objetos del conocimiento aparecerán no sólo como objetos del conocimiento,
sino, además, como impulsores de la conducta.
En sintonía con estas ideas,
Petrovski enfatiza el carácter histórico de la conducta: “La conducta del
hombre se caracteriza por su capacidad de abstraerse de una situación concreta
dada y anticipar las consecuencias que pueden surgir en relación con esta
situación” (Petrovski, 1982, 68). Subyacentes a estos planteamientos
que hoy pueden observarse como verdades de Perogrullo, puede entreverse un
aspecto esencial para la comprensión de la conducta: la dualidad que en ella se
manifiesta, en tanto no constituye sólo una expresión fenoménica sino que
también contiene lo psíquico; es un proceso profundamente mediatizado que en su
multideterminación también actúa como autodeterminante.
Sin embargo, el carácter
contradictorio de la conducta no continuó trabajándose en esta línea del
pensamiento, dirigiéndose posteriormente a la clasificación de la misma en dos
niveles principales: las conductas inconscientes, que se basan
en las condiciones de existencia biológicas y que se forman en el proceso de
adaptación del organismo a su medio, y las conductas conscientes,
que se basan en las formas de existencia histórica, formándose en el proceso de
actividad y que a su vez modifican el medio en el que el sujeto se desarrolla
(Rubinstein, 1979).
Petrovski clasifica la conducta
tomando en consideración las diferentes etapas de desarrollo por las que ésta
transita: en un primer momento la denomina conducta impulsiva -limitada
a las conductas innatas sencillas de defensa-; en el transcurso del primer año
de vida, cuando comienzan a formarse los impulsos condicionales aparece la conducta
investigativa -acumulación de información acerca de las propiedades
del mundo externo-; a partir ya del primer año y bajo la influencia de la
educación que se le brinda al niño surge la conducta práctica -relacionada
con la asimilación de los métodos humanos de utilización de los objetos y su
significación en la sociedad-. En vinculación con estas conductas se desarrolla
la conducta comunicativa -relacionada con la comunicación del
niño con su medio, a través de formas pre-verbales, permitiendo el intercambio
de información-; y, por último, dando seguimiento a la maduración de esta
última está la conducta verbal -relacionada directamente con
el lenguaje creando premisas para la distinción de la significación de los
objetos-. Estas tipologías constituyen un intento de explicar el tránsito desde
los actos más instintivos hasta la autorregulación comportamental.
En estas categorizaciones se
yuxtaponen de cierta manera los procesos instintivos de la concienciación, se
vuelve a plantear la dicotomía, esta vez desde una óptica diferente, lo externo
y lo interno. La conducta se comprende aún como la expresión de lo psíquico, de
lo interno; sin embargo, debe comprenderse que “el comportamiento no es sólo
el modo de existencia, es la existencia misma, es la única forma de existencia”
(Calviño, 2000: 116). En una posición más integradora, se hace necesario
comprender lo psicológico en tres instancias: a) una dimensión psicodinámica,
donde se evidencian contenidos profundamente inconsciente, donde debe
destacarse que no por su impronta inconsciente se hallan exentos de la
influencia del medio y de la propia personalidad; b) una dimensión
personológica, donde se instauran ciertos componentes que regulan de manera
bastante consciente el comportamiento y constituyen mediadores potentes para el
propio desarrollo personológico, y c) una dimensión interactiva o
adaptativa, donde se contienen y se hacen palpables las emociones,
actitudes, creencias, valores, en la relación sujeto medio (véase Calviño,
2000).
Sin embargo, la sola enunciación
de estas instancias no salva el problema, es preciso definir su interrelación,
pues sólo en la praxis se puede comprender el funcionamiento de la conducta
humana. Estas instancias funcionan en el principio de la unidad, su relativa
independencia e interdependencia. El hecho de que existan tres instancias no
implica su funcionamiento excluyente, sino que precisamente éste se basa en las
instancias precedentes, conteniéndolas, pero a la vez son capaces de funcionar
con determinada libertad. Este carácter relativamente independiente salva el
análisis conductual de los sesgos psicoanalíticos donde la base de toda la
conducta se hallaba en “intenciones inconscientes”, pero a la vez, lo libera de
la concienciación hiperbolizada. La conducta se ve expresada fundamentalmente
en la dimensión interactiva, mas no se reduce a la misma, contiene las instancias
precedentes, por lo que su externalización es simplemente una comprensión
simplificada de lo psicológico, desconociendo los demás mediadores. La conducta
es, en sí misma, una categoría compleja que demanda de la comprensión de otras
instancias psicológicas para su análisis.
Definiendo la conducta
Existen múltiples
conceptualizaciones de conducta amparadas en diferentes enfoques psicológicos,
probablemente la más popular sea la definición watsoniana anteriormente
mencionada, que incluye todas aquellas expresiones del sujeto tanto internas
como externas. En consonancia con esta idea, Bayés (1978) la comprende como
toda actividad del organismo en el mundo físico. Desde estas perspectivas
pueden incluirse bajo la definición de conducta, incluso las respuestas acto
reflejas del organismo. Sin embargo, en un intento de precisar un poco más esta
categoría, Ribes (1990) considera que no es la simple acción del individuo sino
su interacción con el medio, la relación interdependiente que se establece.
Desde estos puntos de vista, aún hoy se maneja la conducta como un término
ambivalente que puede incluir cualquier respuesta organísmica o solamente la
relación interdependiente y consciente (Campo, 2005).
En una variedad de eclecticismo
conceptual, el comportamiento es comprendido como todo aquello que el individuo
hace o dice independientemente de si es o no observable, incluyéndose tanto la
actividad biológica como la interrelación dinámica del sujeto con el medio
(véase Fernández, 2003).
Rubinstein (1967) analiza la
conducta como una actividad organizada que permite la relación individuo-medio.
En su conceptualización prevalecen las expresiones “actividad organizada” y
“enlace”; la primera proposición sugiere que la conducta es una
estructura instituida por diversas categorías establecidas en cierto orden, con
una intención deliberadamente consciente; la segunda propone un elemento
mediador entre el sujeto y su medio donde exhorta a una interrelación
establecida entre lo interno y lo externo. Sin embargo, analizando en
profundidad su teoría puede observarse que reduce la conducta a la actividad
del sujeto, con todas las limitaciones metodológicas que el concepto actividad
acarrea.
Sería necesario hacer un
paréntesis en este instante para referir que la conducta es una expresión de
las necesidades, motivaciones, valores, ideales e intereses del sujeto no sólo
en el proceso de actividad, descrito por Leontiev Vigotsky, que relaciona
directamente al sujeto con el objeto, sino también en el proceso comunicativo
que relaciona al sujeto con los otros que le rodean. Estos valores, ideales e
intereses poseen un matiz ideal que le imprime, a su vez, la imposibilidad de
existencia objetiva, mientras no sean reflejados por medio de la conducta, pues
estas categorías poseen un contenido bastante personalizado que no puede ser
inferido de su significación, sino que debe ser expresado mediante el proceso
comunicativo o de actividad.
Retomando las conceptualizaciones
del término conducta, un punto de contacto de los diversos autores lo
constituye la comprensión de la misma como una expresión de la psique humana,
es decir, es una manifestación de todos los procesos psicológicos
interrelacionados entre sí, los cuales no pueden ser observables de manera
directa, sino que están mediando con el entorno a través de la misma,
evidenciándose de forma directa los factores psicológicos. Sin embargo, este
análisis contempla la conducta como una categoría ejecutora cuando a su vez
desempeña un rol inductor; una conducta puede desencadenar otros comportamientos,
sensaciones, la necesidad de valorar precisamente porque en el transcurso de la
actividad y la comunicación el sujeto conoce las particularidades de su
entorno, imprimiéndoles un sentido personal que le permitirá convertirse
posteriormente en un sujeto diferenciado en el grupo social donde habita.
Sobre este proceso Vigotsky
describe todo el desarrollo desde la ontogénesis, sugiriendo que los actos
reflejos son la única propiedad objetivamente definible cuando el niño nace y
ulteriormente se irán perfeccionando hasta conseguir las primeras adquisiciones
conductuales mediante las leyes del condicionamiento. Detalla, además, que la
estructura de la conducta queda contextualizada inmediatamente por las
prácticas que realiza activamente el niño junto con los adultos que regulan la
conducta del pequeño, constituyendo con la ayuda de medios fabricados
culturalmente un espacio que canaliza su desarrollo espontáneo. En esta
descripción Vigotsky introduce expresiones que, según su criterio, participan de
forma dinámica durante este proceso, términos tales como: conciencia,
lenguaje, inteligencia y procesos cognitivos, lo que induce a pensar
en la intención de interrelacionar los procesos psicológicos en el momento de
establecer un intercambio entre el sujeto y el medio exterior (véase al
respecto Vigotsky, 1987).
En un intento integrativo puede
resumirse que la conducta es una expresión individualizada de lo instintivo, lo
inconsciente y lo personológico en una integración interdependiente y
relativamente autónoma que a su vez desempeña un papel inductor.
Implicaciones metodológicas
Adscribirse a definiciones
estrechas o demasiado abarcadoras sobre la conducta conduce a sesgos
metodológicos presupuestos por las propias deficiencias teóricas con las que se
aborda un proceso complejo. De ahí que los juicios conceptualizantes,
generalmente orientan de manera unicausal las investigaciones sobre los
fenómenos objeto de estudio, cuando los mismos son abordados desde posiciones
simplificadoras.
Comprender la conducta como un
proceso multimediado conlleva a una revisión metodológica acerca del cómo se ha
estado abordando la misma en los diferentes ámbitos desechando los análisis
lineales entre las expresiones conductuales y los contenidos psicológicos; por
ejemplo, una conducta puede sentar sus bases en motivos diferentes, mientras
que motivaciones similares pueden dar lugar a conductas disímiles.
Partiendo de la complejidad que
le es intrínseca a esta categoría, pueden perfilarse una serie de lineamientos
que constituyen una aproximación al funcionamiento del ser humano:
1. La comprensión de la conducta
debe incluir el análisis motivacional y de necesidades del sujeto, pues la sola
instrumentación comportamental constituye un hecho aislado que no aporta
información suficientemente fidedigna. Esta indagación se enfoca
fundamentalmente a la búsqueda de las causas que originan la conducta, a su
génesis.
2. En la génesis conductual
también deben considerarse las propias manifestaciones comportamentales del
sujeto, pues las mismas, inclusivas de estados corporales, pueden inhibir o
propiciar comportamientos posteriores.
3. La conducta, como expresión de
la personalidad, también contiene intereses, actitudes, valores, sentidos que
se encuentran mediando la manifestación comportamental, sin cuyo análisis se
vería seccionada la comprensión del sujeto. Comprender la unidad
cognitivo-afectiva-volitiva en el interior de la conducta le imprime logicidad
y dinamismo, aunque en ocasiones puede prevalecer una dimensión sobre las demás
en estrecha correspondencia con las demandas del medio y las peculiaridades
personológicas.
4. En relación con el carácter
relativamente lógico de la conducta, e independientemente de qué se sucede en
el aquí y ahora, la misma contiene una impronta prospectiva, en tanto también
existe un plan conductual, el cómo se va a comportar el sujeto ante
determinadas situaciones o lo que podría denominarse el esquema de respuestas
preestablecido. Desde esta óptica existen conductas que pueden anticiparse.
5. En el abordaje conductual no
puede desconocerse el factor sociohistórico. Cada sociedad establece
determinadas pautas conductuales de las que, generalmente, el sujeto se
apropia. El análisis contextual permite una visión más integral y explicativa
de la conducta en tanto, aun cuando existan determinados contenidos
psicológicos, la expresión de los mismos se encuentra mediatizada por el medio
en el cual el sujeto se inserta.
La comprensión
teórico-metodológica de la conducta es un proceso que apenas ha dado sus primeros
pasos hacia la inclusión en concepciones que abordan al ser humano desde su
complejidad y multideterminación. Sin embargo, el enclaustramiento en enfoques
simplistas reduce su potencial heurístico haciéndose necesario su estudio a
partir de la unidad y relativa independencia de los factores sociales,
biológicos y psicológicos.
Referencias
Bayés, R. (1978). Una
introducción al método científico en psicología. Barcelona: Fontanella.
Calviño, M. (2000). Orientación
psicológica. Esquema referencial de alternativa múltiple. La Habana:
Editorial Científico-Técnica.
Campo, J. (2005). Sobre
los fundamentos y las corrientes dentro del conductismo .Extraído de:
http://www.conducta.org/pyr/pyr_publicadas1.htm, el 20 de julio de 2006.
Conducta (s/f). Extraído de:
http://www.elseminario.com.ar/comprimidos/Bleger_Psicologia_Conducta_II.doc.,
el 20 de julio de 2006.
Fernández, A. (2003).
Comportamiento. Extraído de:
http://www.conducta.org/articulos/comportamiento.htm, el 20 de julio de 2006.
Petrovski, A. V. (1982). Psicología
general. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Ribes, E. (1990). Psicología general. México: Editorial Trillas.
Ribes, E. (1990). Psicología general. México: Editorial Trillas.
Rubinstein, S. L. (1967). Principios
de psicología general. La Habana: Edición Revolucionaria.
Rubinstein, S. L. (1965). El
ser y la conciencia. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Tortosa, F. (1998). Una
historia de la psicología moderna. Madrid: McGraw Hill.
Vigotsky, L. S. (1997). Obras
escogidas. T I. Madrid: Visor.
Vigotsky, L. S. (1987). Historia
del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. La Habana:
Editorial Científico-Técnica.
Controla el enojo, para que no te controle.
“Aferrarse a la ira es como tomar un carbón ardiente
con la intención de arrojárselo a alguien; es uno quién se quema”.
Buda (Líder religioso de Oriente)
El enojo es una de las emociones más frecuentes en nuestra vida.
Pero también es una de las más desgastantes y es la causa de una gran parte de
nuestros problemas, ya que:
- Nos
desgasta físicamente, porque altera todo el funcionamiento del cuerpo.
- Influye
en la toma de malas decisiones, que afectan todas las áreas de nuestra
vida.
- Aumenta
o provoca conflictos con los demás.
Pero el coraje en sí mismo, no es malo.
Es una respuesta instintiva de nuestro
organismo, que nos da la energía necesaria para defendernos cuando somos atacados
físicamente o cuando nuestra vida está en peligro.
Nos puede servir para reconocer que algo nos está molestando y motivarnos a actuar.
El problema no es sentir coraje o rabia, cuando el sentimiento es momentáneo o está bien encausado y manejado.
Nos puede servir para reconocer que algo nos está molestando y motivarnos a actuar.
El problema no es sentir coraje o rabia, cuando el sentimiento es momentáneo o está bien encausado y manejado.
El verdadero problema surge cuando
mantenemos ese sentimiento durante muchas horas, días, meses o años y cuando,
gracias a él, respondemos desproporcionadamente.
Las causas del coraje pueden ser:
Las causas del coraje pueden ser:
- Internas,
a partir de algunos recuerdos o
- externas,
relacionadas con lo que sucede a nuestro alrededor.
Podemos hablar de dos tipos de coraje:
- El que
dirigimos hacia nosotros mismos, en el que:
- Nos
atacamos,
- insultamos,
- devaluamos,
- o
reprimimos, con lo que se convierte en depresión.
- El que
dirigimos hacia los demás.
El coraje puede ser utilizado de una manera adecuada y de una inadecuada.
- Es
inadecuada, cuando.
- Explotamos, sin medir las consecuencias. El
coraje nos controla y podemos lastimar emocional o físicamente a una
persona.
- Lo utilizamos para poder controlar a los demás. Esto
puede darse en personas con baja autoestima, que lo utilizan para
sentirse fuertes y poderosas.
- Lo reprimimos, porque pensamos que es algo
negativo. Esta actitud abarca desde negarlo, decir que no estamos
enojados, hasta dejar de sentirlo, aparentemente.
- Adecuada.
Dado que cada persona es diferente, cada uno de nosotros puede manejar adecuadamente el coraje, de una manera distinta.
Algunos, simplemente con reconocer y expresar que están enojados, se
sienten mucho mejor y el coraje disminuye, permitiéndoles resolver la causa de
su malestar.
Otros necesitan descargar la energía físicamente, con actividades como correr, encerrarse en un cuarto y gritar, golpear un cojín, etc.
Otros necesitan descargar la energía físicamente, con actividades como correr, encerrarse en un cuarto y gritar, golpear un cojín, etc.
Esto es adecuado siempre y cuando tus acciones no te afecten de alguna
manera o afecten a los demás y que no hagas cosas de las que luego te
arrepientas.
También podemos:
También podemos:
- Hablar
y aclarar las cosas con las personas involucradas, si lo hacemos e una
manera asertiva.
- Hacer
ejercicio.
- Relajarnos
- Expresarlo
a través del arte: pintura, escritura, música, etc.
¿Qué es lo que dispara
el coraje?
El enojo tiene que ver con dos aspectos:
- El temor o la sensación de
estar amenazado, ya sea real o simbólicamente.
Esta amenaza puede ser en el aspecto físico, emocional, psicológico o espiritual.
- La frustración de no obtener lo que deseo o de
que las cosas y las personas sean diferentes de cómo yo quiero que sean.
Cuando percibimos esa oposición de la gente como
agresiva, el coraje o la ira pueden crecer desproporcionadamente.
Este aspecto está relacionado con una necesidad de
control, ya sea físico o psicológico y muy frecuentemente lo justificamos,
equivocadamente, con el concepto de "lo que es justo".
Nuestra percepción y pensamientos son los elementos que disparan y mantienen el coraje.
Por ejemplo:
Mi ex-pareja me grita.
Yo lo percibo como agresión
y me enojo, porque pienso:
"No debería de
gritarme (debería comportarse como yo quiero que se comporte)".
"Se cree más que
yo"(mi autoestima se siente amenazada).
"Todo lo hace a
propósito para hacerme sentir mal" (y no debería hacerlo). Etc.
Estos pensamientos me
generan más coraje y la rabia se va a mantener mientras los tenga.
Si dentro de 5 días, estoy tranquila viendo televisión y me acuerdo y vuelvo a tener ese tipo de pensamientos, me vuelvo a enojar, aunque no esté mi ex-pareja presente.
Si dentro de 5 días, estoy tranquila viendo televisión y me acuerdo y vuelvo a tener ese tipo de pensamientos, me vuelvo a enojar, aunque no esté mi ex-pareja presente.
Lo malo es que así como
pueden ser 5 días, pueden ser 5 o 50 años.
Cada vez que yo tenga
este tipo de pensamientos o similares, vuelvo a sentir el coraje con la misma
intensidad o mayor que cuando fue la discusión.
(También podría no
haberle hecho caso, percibirlo como una conducta que no tiene importancia para
mí y no enojarme.)
(O pensar: "Pobre,
sólo gritando puede sentirse mejor, lástima" y tampoco me enojo).
Lo más probable es que,
si me enojo, le grite o insulte y mi pareja reaccione con pensamientos
parecidos a los que causaron mi enojo, formando un círculo vicioso en donde el
coraje de uno aumenta el del otro, indefinidamente.
Cuando nos estamos divorciando,
todo el coraje que sentimos y que puede provocar un fuerte deseo de
desquitarnos o vengarnos, tiende a mostrarse en la negociación de los aspectos
económicos y relacionados con los niños.
¿El resultado?
Los trámites se alargan,
nosotros nos desgastamos física y emocionalmente y nuestros hijos sufren.
¿Qué hacer?
Describe las situaciones en las que te enojas y responde a
las siguientes preguntas, por escrito:
¿Por qué me enoje?
¿Por qué creo que eso pasó?
¿Que hizo la otra persona?
¿Por qué creo que lo hizo?
¿Por qué creo que lo hizo para molestarme?
¿Qué pienso de esa persona?
¿Qué pienso de mí?
Escribe todo lo que se te ocurra, sin analizarlo.
Si crees que no pensaste nada, escribe qué crees que
pensaría cualquier persona que se encontrara en tú lugar.
Muy probablemente esos son tus pensamientos.
Una vez que hayas terminado, revisa cada pensamiento y
pregúntate: Si pienso así ¿cómo me siento?
jueves, 27 de agosto de 2015
Carta de la ansiedad para ti
¡Hola!
Soy la ansiedad, no te asustes…
vengo en son de paz, por cierto, ¿por
qué te asustas tanto ante mi presencia?
Digo, sé que sientes horrible
cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme a volar, sé que
si pudieras… me matarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere
matar o hacer daño, pero créeme, si no te he matado, no lo voy a hacer.
No estoy aquí para hacerte
daño, mucho menos para volverte loco, creo que ya te lo he demostrado cada vez
que llego a tu cuerpo, hago un relajo y te asusto, pero al final del día… no te
he matado, no te has vuelto loco.
Si pudiera, lo haría, pero esa
no es mi idea.
La verdad es que aparezco y te
hago sentir todo eso porque no había logrado encontrar otra manera de hacerme
escuchar por ti, estabas tan ocupado tratando de ser exitoso, productivo y de demostrarles
a los demás que eres digno de ser amado… que no escuchabas mis pequeñas
señales.
¿Recuerdas esa vez que te dio
un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal
esa vez que sin razón aparente te soltaste a llorar?
Bueno, pues todas esas veces
era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo
de vida, seguiste con tu misma manera de pensar… Entonces intenté algo más
fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te
sudaran las manos… pero tampoco me quisiste escuchar.
Aunque acá entre nos, los dos
sabemos que sentías mi presencia, es por eso que cuando te quedabas tranquilo…
o era momento de estar sólo contigo mismo, en soledad… te empezabas a poner
nervioso, como si algo te impidiera quedarte quieto.
Te desesperabas, porque no
“entendías” con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente
racional no me ibas a entender.
Así es que por eso me he
rendido y decidí escribirte.
Y te felicito si estás leyendo
lo que te digo, porque significa que ya tienes el valor de escucharme, y
créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir
corriendo, huyendo de mí como huirías del monstruo en el bosque oscuro.
Como esas veces que me evitas y
te distraes embobándote horas con la televisión, viviendo las vidas de otras
personas que ni conoces para no enfrentar que la tuya no te gusta.
O qué tal, de esas veces que
con un par de cubitas lograbas adormecer tus nervios e inquietud; y ni qué
decir de esas otras sustancias que más allá de adormecerte, te fugan de esta
realidad que no quieres enfrentar.
Pero bueno, espero que ahora
estés listo y lista para enfrentar tu realidad y escucharme por fin.
Espero que estés listo y lista para enfrentar la verdad de tu vida y de
ti mismo tal y como es, sin máscaras, sin atajos… sin pretensiones. Así
es que aquí te van las cosas como son.
Lo único que llevo tratándote
de decir todo este tiempo, es que… ya es tiempo de evolucionar, necesitas
hacerlo, no hay de otra.
Necesitas crear cambios muy
profundos dentro de ti, pues por alguna razón, en realidad no estás disfrutando
de tu vida y no te sientes pleno. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a
recuperar esa plenitud que vive dentro de ti, y para lograrlo, tendrás que
deshacerte de lo que te impide contactarla.
Estoy aquí para ayudarte a ver
precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por
vivir, con tu alegría y con tu verdadero ser que es tu esencia. Cada vez
que yo aparezca en tu vida, será porque por ti mismo no te has dado cuenta que
no estás siendo pleno y feliz, así es que si vuelvo a aparecer, no te asustes…
mejor agradéceme que llegué y escúchame.
Y si realmente me escuchas, no
tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, los harás de
inmediato, claro, eso si realmente quieres sentirte bien de nuevo, todo depende
de qué tanto quieras. Y sé que sí quieres, pero a la vez sé que quieres
seguir en tu confort y en tu comodidad por vivir con lo “conocido”, aunque eso
conocido te haga daño.
Prefieres seguir buscando la
aprobación y aceptación de los demás, haciendo hasta lo imposible por llamar su
atención; buscando seguridad en otras personas menos en ti; prefieres que los
demás sean responsables de tu persona que tú mismo, y claro, te entiendo, todos
quisiéramos regresar a la panza de nuestra mamá y despreocuparnos de todo.
Pero… te tengo una noticia,
solamente entrando a un temazcal (En el Imperio azteca, construcción de piedra y argamasa en la que se tomaban baños de vapor, especialmente las mujeres embarazadas) podrás acercarte a esa experiencia.
Mientras tanto… necesitas asumir que eres responsable de ti y que
solamente tú me podrás escuchar, y cuando me escuches y yo vea que ya me
hiciste caso, créeme que me iré. Solamente tú puedes hacer que me vaya.
Y eso es algo muy importante
que te quiero decir, en verdad me iré en cuanto vea que estás haciendo esos
cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino a tu evolución y que estás
dispuesto a crecer y recuperarte a ti mismo. Mientras no lo hagas… aquí
seguiré.
En conclusión, si hoy estoy
aquí, es porque me necesitas.
Necesitas de mí para modificar
tu manera de interpretar tu realidad, la cual déjame decirte que está un poco
distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no te ayudan y que
nada más te limitan; necesitas perdonar todo ese enojo que guardas a tus seres
queridos y recuperar tu libertad interior.
Y sobre todo, necesitas de mí
para hacer lo que te gusta de la vida, para ser tú mismo, y perder el miedo al
rechazo o abandono de los demás.
Necesitas de mí para ponerle
límites a las personas que te lastiman; para que te agarres de valor y aprendas
a decir que “no”; para que dejes de mendigar amor con quien no te merece; para
que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz; para que de
una vez por todas… ¡cuides tu cuerpo!
¿De qué otra manera le habrías
puesto atención a tu cuerpo? Digo, probablemente de muchas maneras, pero ésta
está funcionando. Necesitas darle el alimento que necesita, dejar de
criticar tu físico y agradecerle por lo que te da; haz que sude y que se mueva,
ten tus hormonas al día y duerme las horas que necesitas.
¿Por qué te explotas? ¿Por qué
te exiges tanto? No entiendo porque lo haces… si lo tienes todo, lo eres todo,
tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te
tratas como tu propio esclavo, eres demasiado severo contigo mismo… y estoy
aquí para pedirte que simplemente dejes de hacerlo.
Así es que ya sabes… si
realmente quieres que me vaya, toma el timón de ti mismo, pregúntate qué has
hecho que te ha sacado de tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo
quieres vivir y lucha por esa vida, es tu vida, y solamente tú puedes decidir
sobre ella… si a los demás no les parece, es porque los estás retando y tarde o
temprano te seguirán, y si no… tendrán otra oportunidad, dales chance.
El único control que puedes
tomar es el de ti mismo, pero para recuperarlo, tendrás que aceptar que lo has
perdido, y que dejes que yo me exprese, que salga a decirte con todos esos
síntomas tan horribles que me inventé para decirte algo muy claro, pero si me
reprimes y te distraes cada vez que llego… no podré hablarte y vendré más
fuerte.
Así es que la próxima vez que
me sientas llegar, haz un alto, cierra los ojos… déjate sentir todo lo que te
estoy diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar… y
entiéndeme. Después, empieza el cambio en tu vida con acciones claras y
específicas, y en menos de que te des cuenta, me iré.
Espero no tener que llegar
muchas veces más en tu vida, pero si lo hago… recuerda que no quiero
lastimarte, quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, el
camino que si lo tomas, te hará mucho muy feliz.
Y ya para terminar, ojalá que
puedas verme como lo que soy: tú esencia.
Soy tú mismo gritándote con
desesperación que me escuches por favor. Así es que hola, yo soy tú, hablándote
desde el fondo de tu corazón, desesperado tocándolo para que me pongas
atención, lo que sientes no es taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere
salir de ahí.
Con cariño, tú esencia
disfrazada de ansiedad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)