La condición relacional ordinaria
de quien sufre de miedo, pánico o fobias denota la imponente demanda de ayuda,
bajo las formas de presencia, soporte reconfortante y abnegación afectiva que
el sujeto fóbico reclama a las personas más cercanas a él. Esta dinámica
interactiva representa un verdadero alimentador del temor y del sentimiento de
inadaptación personal de quien sufre de miedo (Nardone-Watzlawick, 1990; Nardone,
1993); por otra parte se presenta como el modo más eficaz para reducir
instantáneamente el pánico emergente.
Considerando este doble efecto,
del cual el segundo es el más evidente, esta condición relacional resulta
decididamente resistente al cambio; por lo tanto, es necesario preparar una
maniobra terapéutica bastante elaborada. Al final de la primera consulta, con
todos los pacientes que presentan un cuadro relacional como el descrito
anteriormente, que son la mayor parte de los sujetos fóbicos, se procede a la
siguiente reestructuración:
–... Bien, bien, quisiera pasar a
una primera reflexión que le invito a hacer la próxima semana. Quisiera que
usted pensara que cada vez que pide ayuda y la recibe, recibe al mismo tiempo
dos mensajes; el primero, evidente, es «te quiero, te ayudo y te protejo»; el
segundo, menos evidente, pero más sutil y más fuerte, es «te ayudo porque solo
no puedes hacerlo, porque estás enfermo».
»Pero fíjese, no le estoy
diciendo que se abstenga de pedir ayuda, porque ahora usted puede no hacerlo.
Le estoy incitando solamente a pensar que cada vez que pide ayuda y la recibe,
contribuye a que sus problemas persistan y se agraven. Sin embargo, recuerde,
no se esfuerce en lograr que no pedir ayuda, ya que no está en condiciones de
hacerlo. Piense solamente que cada vez que pide ayuda y la recibe contribuye a
empeorar las cosas.
De esta forma, sin pedir al
paciente ningún esfuerzo directo de cambio, se enfrenta al miedo contra el
miedo, incluso un miedo más grande, el de un posterior agravamiento, contra uno
más pequeño, la actual sintomatología; ya los latinos sabían que «Ubi maior minor cessat». (Traducción:
«Si está el mayor, cesa el menor», una cosa más grande hace desaparecer la más
pequeña.)
En la gran mayoría de estos
casos, que en mi casuística son más de 1.500, la persona interrumpe
inmediatamente su repertorio comportamental sustentado en la demanda de ayuda.
Lo que puede parecer sorprendente, para el lector, más no para el clínico experto,
es que a continuación de este cambio se produce un neto decrecimiento de la
sintomatología fóbica, y no raras veces se asiste a un completo desbloqueo de
la patología. Todo esto por el hecho de que, al dejar de pedir ayuda y soporte,
el sujeto debe afrontar él solo las situaciones que antes había resuelto bajo
protección, descubriendo así que es capaz de dominarlas.
El proceder de tal mecanismo, de
descubrimiento gradual de las capacidades propias, conduce a la persona a
atreverse cada vez más hasta llegar, a veces, a la superación espontánea de
todos los miedos precedentes.
En otros términos, mediante la
maniobra descrita se produce la transformación de un «círculo vicioso»,
caracterizado por la búsqueda patógena de protección, en un «círculo virtuoso »,
caracterizado por la recuperación de los recursos personales y de la autonomía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario