Consideraciones
Las fobias son miedos
exagerados e ilógicos ante determinadas personas, objetos y situaciones.
Las fobias producen una elevada
ansiedad en el/la niño/a presentando síntomas tales como:
-
sudoración
-
aumento del ritmo cardíaco
-
pipí muy frecuente
-
rostro desencajado
-
vómitos y mareos
-
bloqueo del pensamiento
-
gritos
-
excitación psicomotriz
-
etc.
La fobia escolar consiste en el miedo
exagerado a alguna persona, situación o relaciones propias del centro escolar
Es frecuente que el/la niño/a con
miedo al contexto escolar tenga pensamientos erróneos como: “voy a ir al
colegio y se volverá a repetir lo mismo de ayer. El profesor me preguntará y
José se burlará de mi delante de todos”.
También son frecuentes los dolores y
vómitos. Los padres lo llevan al médico. El/la niño/a no tiene nada.
Orientaciones prácticas
para eliminar la fobia escolar:
Debe abordarse el problema
desde dos niveles distintos:
Intervención familiar:
·
Ignorar las conductas de
quejas que pone de manifiesto el/la niño/a para no acudir al colegio. Por
ejemplo: “me duele la barriga”, “no me encuentro bien “.
·
Facilitar y favorecer al
máximo la comunicación con el/la niño/a en un ambiente relajado.
·
No reforzar las conductas
de evitación de asistir al colegio (quedarse en casa).
Estas orientaciones son las
aconsejadas para situaciones de fobia escolar en las que no aparecen conductas
perjudiciales para el/la propio/a alumno/a ni para el grupo. En el caso de que
si se presenten este tipo de conductas es conveniente que al/la alumno/a
permanezca un tiempo en casa y allí se lleve a cabo la propuesta que se
menciona a continuación y se desarrolla en el anexo.
Intervención sobre al/la
alumno/a:
·
Aproximar gradualmente
al/la niño/a a la situación fóbica mediante la utilización de medios indirectos
que vayan desensibilizándolo de su miedo. Este acercamiento gradual directo o
indirecto a la situación jerarquizada de miedo recibe el nombre de desensibilización
sistemática y debe realizarse provocando en el/la niño/a una respuesta
contraria a la del miedo que sea incompatible con la propia reacción fóbica y
que emocione al/la niño/a positivamente. En función de la edad que tenga el/la
alumno/a podría desarrollar la propuesta él/ella mismo/a, como un programa de
autoayuda. Se adjunta programa
Apunte de programa:
LA DESENSIBILIZACIÓN SISTEMÁTICA
Con la desensibilización sistemática,
puedes aprender a enfrentarte a objetos y situaciones que son amenazadores. Hay
que aprender a relajarse mientras se imaginan escenas que, poco a poco, van
provocando mayor ansiedad.
Los dos principios básicos
fundamentales de la desensibilización sistemática son: Primero, una emoción
puede contrarrestar otra emoción, y segundo, es posible llegar a
«acostumbrarse» a las situaciones amenazadoras.
Se necesitan unos cuatro días para
aprender a relajar los cuatro grupos de músculos mayores. Al tiempo se elabora
una jerarquía de sucesos amenazadores. Por último, la visualización sistemática
de escenas se realiza paulatinamente hasta que no se sienta ansiedad al
exponerse en la imaginación a los estímulos temidos.
Los temores desaparecen en las escenas
imaginadas. En la vida real se tarda un poco más en hacerlos desaparecer.
La desensibilización sistemática se
desarrolla en cuatro etapas:
1.- relajar los músculos a voluntad.
2.- priorizar los temores.
3.- construir una jerarquía de escenas
ansiógenas.
4.- visualizar en la imaginación las
escenas.
LA RELAJACIÓN
Es incompatible estar relajado/a
físicamente y tenso/a emocionalmente a la vez. Debemos aprovechar esta conexión
directa entre el cuerpo y la mente. Podemos aprender a relajar los músculos a
voluntad. Esta habilidad puede usarse para desensibilizar más tarde los miedos.
La relajación progresiva se practica
estando acostado/a o sentado/a en una silla en la que se pueda apoyar la
cabeza. En primer lugar se deben cerrar los ojos.
Primer día.
El primer día se aprende a relajar los
músculos de las manos, antebrazos y bíceps. Hay que realizar los siguientes
ejercicios tres veces durante el día.
Colóquese en una posición cómoda.
Apriete el puño derecho tan fuerte como pueda, note la tensión de su puño, su
mano y su antebrazo. Ahora relájese. Note la relajación en su mano y aprecie el
contraste con la tensión. Repetir esto una vez más con el puño derecho. Repetir
el procedimiento dos veces con el puño izquierdo, entonces hacerlo dos veces
con ambos puños a la vez. A continuación doble el codo y tense el bíceps,
después relájelo y note la diferencia. Repítalo dos veces.
Note las sensaciones de pesadez, calor
u hormigueo en los brazos. Son normales. Mientras se relaja trate de decirse a
sí mismo/a «Alejo la tensión... Me siento calmado/a y descansado/a... Relajo y
distiendo los músculos» una y otra vez. Este reforzamiento mental facilitará en
gran medida la relajación física.
Segundo día.
Relajaremos la cabeza, el cuello y los
hombros. Preste especial atención a la cabeza, puesto que desde el punto de
vista emocional, los músculos más importantes del cuerpo están en la cabeza. Es
aquí donde la mayoría de las personas encierran su tensión. Repetir los
ejercicios de los brazos del primer día y proseguir con los siguientes:
Arrugue la frente tan fuerte como
pueda. Relájese y distiéndase. Frunza el ceño y note la tensión efectuada.
Suéltelo y permita que la ceja recupere su forma. Cierre los ojos y apriete los
párpados tan fuertes como pueda. Relaje sus ojos hasta que estén suavemente
cerrados y confortables. Ahora apriete la mandíbula. Relájela hasta que los
labios estén ligeramente separados. Note realmente la diferencia entre la
tensión y la relajación. Apriete la lengua contra el paladar. Relájese. Frunza
los labios en forma de «O» y relájelos. Disfrute de la
relajación de la frente, cuero cabelludo, ojos, mandíbula, lengua y labios.
Apriete la cabeza apretando por la
parte de la nuca tanto como confortablemente pueda, y aprecie la tensión en el
cuello. Hágalo girar suavemente ala derecha, después a la izquierda. Note el
cambio de localización de la tensión. Enderece la cabeza y déjela mirando al
frente, presione la barbilla contra el pecho. Sienta la tensión en la garganta
y la tirantez en la parte posterior del cuello. Relájese, colocando la cabeza
en una posición confortable. Permita que se intensifique la relajación. Encoja
los hombros hacia arriba tanto como pueda, encorvando la cabeza hacia abajo
entre los hombros. Relájelos. Déjelos caer y sienta la relajación propagarse
por el cuello y los hombros. Experimente de nuevo toda la secuencia.
Tercer día.
Dirigiremos la atención hacia el
pecho, el estómago y la parte baja de la espalda, notando como la tensión
acumulada en estas áreas afecta la respiración y como una respiración profunda
y pausada puede relajarle. Repita los ejercicios de los dos primeros días y
añada los siguientes:
Colóquese en una posición cómoda y
relájese. Aspire y llene completamente los pulmones de aire. Manténgalos llenos
de aire y note la tensión. Ahora expire, dejando su pecho relajado y suelto,
permitiendo que el aire silbe al salir. Continúe respirando lenta y
pausadamente varias veces, sintiendo como sale la tensión fuera del cuerpo con
cada expiración. Después apriete el estómago y manténgalo así. Note la tensión,
después relájese. Coloque la mano sobre el estómago y aspire profundamente
retirando la mano. Mantenga el aire un momento, después expire, sintiendo la relajación
cuando el aire silba al salir. Ahora arquee la espalda sin hacer un esfuerzo
excesivo. Mantenga el resto del cuerpo tan relajado como sea posible.
Concéntrese en la tensión en la parte baja de su espalda. Ahora relájese tan
profundamente como pueda. Repita toda esta secuencia otra vez.
Cuarto día.
Finalmente aprenderemos a relajar los
muslos, nalgas, pantorrillas y pies. A los ejercicios de los días uno, dos y
tres, añada los siguientes:
Colóquese en una posición cómoda.
Apriete las nalgas y los muslos presionando los talones hacia dentro tanto como
pueda. Relájese y note la diferencia. Estire la punta de los pies para tensar
las pantorrillas. Observe la tensión, a continuación relájelas. Dirija la punta
de los pies hacia la cara, poniendo la tensión en las espinillas. Estudie la
tensión, después relájese. Sienta la pesadas y relajadas que están sus piernas.
Repita esta secuencia una vez más.
SECUENCIA DE RELAJACIÓN
ABREVIADA
Una vez realizado este trabajo
intensivo sobre los cuatro grupos de músculos mayores, se puede utilizar una forma
abreviada de los ejercicios para relajar rápidamente todo el cuerpo. Tense cada
grupo de músculos de cinco a siete segundos y después relájelos de 20 a 30
segundos:
1. Tense los puños, antebrazos y bíceps en una pose culturista; relájese.
2. Arrugue todos los músculos de la cara con una nuez, y haga girar su cabeza
en círculo para aflojar el cuello; relájese
3. Realice dos respiraciones profundas, una con el pecho y otra con el
estómago mantenga el aire y relájese.
4. Tense las piernas dos veces, una con la punta de los dedos de los pies
estirados, y la otra con la punta de los dedos de los pies hacia cara;
relájese.
Respirar profundamente es la clave de
la relajación. Entre los ejercicios, realice profundas inspiraciones con el estómago.
Repítase a sí mismo palabras como «relájate..., cálmate..., abandónate»
mientras se está inspirando. Siempre que aparezca algo de tensión durante la
desensibilización sistemática inspire profundamente y dígase a sí mismo/a:
«Relájate».
Cuanto más practique la relajación
progresiva, más profunda será la relajación.
PRIORIZACIÓN DE TEMORES
En la guía de identificación de fobias
se detecta que el temor más significativo para el/la alumno/a es “ir y
permanecer en la escuela”, por ello vamos a intentar hacer una jerarquía de
situaciones ansiógenas en torno a este miedo que provoca en el/la alumno/a una
considerable cantidad de sufrimiento emocional.
JERARQUÍAS DE ESCENAS
ANSIÓGENAS
Secuencia-ejemplo de situaciones a
imaginar:
1.
Veo una película en la que
un actor infantil entra en la escuela
2.
Un/a amigo/a me explica
que le ha pasado en la jornada escolar
3.
Manejo material escolar.
4. Concierto una visita a casa del/la maestro/a.
5. Me dirijo al centro escolar sin entrar en él.
6. Permanezco un buen rato en la puerta del centro escolar.
7. Pienso en estar dentro del centro.
8. Miro a los/las compañeros/as cuando salen del centro.
9. Un/a compañero/a viene a mi casa a mostrarme las tareas.
10. Entro en el centro un momento.
11. Entro en el centro y recorro sus dependencias.
12. El/la maestro/a me entrega tareas para casa en el recibidor del centro.
13. Quedo con el/la maestro/a para entregarle las tareas.
14. Quedo con el/la maestro/a para supervisar las tareas a solas.
15. Entro en el centro y hago las tareas en la biblioteca durante media
jornada.
16. Voy media jornada al centro y participo con mis compañeros/as en
actividades lúdicas (deporte, ver una película...)
17. Asisto al colegio y permanezco la mayor parte del tiempo en la biblioteca y
una hora en el aula en la hora de E. Física o Plástica.
18. Asisto al colegio y permanezco dos horas en la biblioteca y dos en el aula.
19. Asisto al colegio y permanezco una hora en la biblioteca y tres en el aula.
20.
Asisto a clase con
normalidad.
VISUALIZACIÓN SISTEMÁICA
DE LAS ESCENAS ANSIÓGENAS
Ahora ya está preparado/a para empezar
las sesiones de desensibilización sistemática. La técnica está basada en el
simple hecho de que reduciendo su reacción de ansiedad hacia la situación más
débil de la jerarquía, se reducirá la reacción a todos las otras situaciones en
el mismo valor.
Para realizar la desensibilización
sistemática hay que colocarse en una posición cómoda donde no pueda ser
molestado/a. Debe tenerse cerca la jerarquía y seguir estos pasos:
1. Sentado/a o acostado/a con los ojos
cerrados, se empieza usando las habilidades de relajación adquiridas, para
relajar progresivamente todos los músculos del cuerpo. Utilice los ejercicios
del método abreviado o los ejercicios del método entero, para relajar los
principales grupos de músculos y deje que la relajación llegue a su cuerpo.
2. Cuando consiga la relajación total,
preséntese mentalmente la primera situación de la jerarquía. Visualice la
escena durante cinco o diez segundos, haciéndola tan real como sea posible.
Algunas escenas pueden costar más de visualizar, tales como imaginar un largo
viaje o cocinar una comida fantástica. Es necesario que use todos los sentidos
para crear la escena, incluyendo la conciencia del color, sonido, tacto y
olfato.
3. Preste atención a cualquier tensión
producida por la escena.
4. Mantenga la escena, haga una
inspiración profunda, retenga el aire mientras cuenta hasta tres y suéltelo
lentamente. Mientras se va repitiendo a sí mismo/a «estoy relajado/a... la
tensión desaparece... Ahora estoy relajado/a...».
5. Cuando note que ha decrecido el
nivel de tensión haga desaparecer la escena de la imaginación. Si lo prefiere,
puede finalizar la escena visualizando un lugar especialmente relajante que
esté asociado mentalmente con la paz y la seguridad.
6. Repita los pasos anteriores con la
misma escena, apreciando como decrece el nivel de ansiedad con cada
presentación.
7. Cuando en dos presentaciones
seguidas no se experimente ansiedad, entonces se puede pasar a la siguiente
escena de la jerarquía.
Generalmente se necesitan tres o
cuatro visualizaciones de la escena para llevar la respuesta a cero. La primera
sesión debería durar unos 15 minutos, y probablemente en ella se examinarán las
tres o cuatro primeras situaciones de la jerarquía.
Tan pronto como se gana habilidad y
velocidad en la relajación y visualización se pueden alargar las sesiones a
treinta minutos. Es mejor detener la sesión si una persona se siente cansada,
aburrida o excesivamente trastornada. Las sesiones pueden realizarse cada dos
días, diariamente o dos veces al día; la única limitación es la fatiga.
A medida que se vaya adelantando en la
jerarquía se notará que mejora la habilidad para hacer frente a las situaciones
de la vida real. Cuando al/la alumno/a se encuentre en situaciones similares de
la vida real, procurará detectar cualquier tensión y usarla como una, señal
para relajarse: respire profundamente y repítase a sí mismo frases
tranquilizadoras.
Ahora podemos llevar
a la práctica la secuencia de escenas que al/la alumno/a le producen ansiedad.
ORIENTACIONES PARA SUPERAR LA FOBIA ESCOLAR 1
Consideraciones
Este síndrome se caracteriza por un
manifiesto rechazo a la asistencia al colegio e implica un temor irracional por
alguna situación particular. Está relacionada con el contexto escolar y
hechos traumáticos reales en la escuela (participación obligatoria en algunas
actividades, rechazo de los/as compañeros/as, rigidez del/la profesor/a, etc.).
Puede agravarse por reacciones verbales hostiles por parte del profesorado al
no comprender los temores del/la niño/a o por conflictos entre los padres y
los/as profesores/as. Los síntomas incluyen: dolor abdominal, náusea,
vómito, diarrea, dolor de cabeza, palidez y debilidad, que aparecen por la
mañana antes de ir a la escuela y por lo general desaparecen antes que terminen
las clases, y no aparecen los fines de semana ni días festivos. Las fobias son
una forma de miedo que responde a estas características: son desproporcionadas
a la situación que desencadena la respuesta de miedo y están relacionadas con
estímulos que no son objetivamente peligrosos, no pueden ser eliminadas
racionalmente porque están más allá del control voluntario, tienen larga
duración, interfieren considerablemente en la vida cotidiana del/la niño/a en
función de las respuestas de evitación, y suelen aparecer con más frecuencia
entre los 4 y 8 años.
Los/as niños/as con fobia
escolar tienden a manifestar los siguientes tipos de respuestas:
1.
Se
niegan a asistir al colegio.
2.
Lloran,
gritan y patalean al llevarles a la escuela.
3.
Se
quejan de dolores y enfermedades cuando se acerca el momento de ir a la
escuela, desapareciendo los síntomas si se le permite quedarse en casa.
4.
Manifiestan
síntomas fisiológicos como rigidez muscular, sudoración excesiva en la palma de
las manos, dolor de cabeza y estómago, nauseas, vómitos, diarrea.
5.
Anticipan
consecuencias desfavorables.
6.
Evalúan
negativamente sus capacidades.
7.
Planean
escaparse del colegio.
Orientaciones
Intervención familiar
Si se hace cumplir la regla de la asistencia
diaria a la escuela, el problema de la fobia escolar mejorará en forma
notable en una o dos semanas.
En cambio, si no le exige a su hijo/a
que asista diariamente a la escuela, los síntomas físicos y el deseo de
quedarse en casa se volverán más frecuentes. Cuanto más tiempo pase su
hijo/a en casa, tanto más difícil le resultará volver a la escuela. Podrían
estar en juego la vida social y la educación futura del/la niño/a.
Cuando el/la niño/a se alborota al
separarse de los padres, la mejor estrategia es informarle, calmadamente, que
el padre/ madre regresará y que el/la niño/a tiene que quedarse, entonces debe
irse rápido. Una separación firme, rápida y con cariño es
mejor tanto para los padres como para el/la niño/a.
1. Insistir ir a la escuela.
La mejor terapia de la fobia escolar
es ir diariamente a la escuela. Los temores se superan enfrentándolos cuanto
antes. La asistencia diaria a la escuela hará que casi todos los síntomas
físicos del/la niño/a mejoren.
Los síntomas se volverán menos
intensos y se presentarán con menor frecuencia y, con el tiempo, el/la niño/a
volverá a disfrutar de la escuela.
Sin embargo, al principio el/la niño/a
pondrá a prueba la determinación del padre o la madre de enviarlo a la escuela
todos los días. Los padres deberán hacer que la asistencia a la escuela
sea una regla rigurosa, sin excepciones.
2. Los padres deben ser particularmente
firmes las mañanas de los días de escuela.
Al principio, las mañanas pueden ser
difíciles. Nunca se le debe preguntar al/la niño/a cómo se siente porque esto
lo estimulará a quejarse.
Si el/la niño/a está suficientemente
bien para estar levantado/a y andar de un lado a otro dentro de la casa, está
suficientemente bien para poder ir a la escuela. Si se queja de síntomas
físicos, pero son los que ya ha mostrado en otras ocasiones, deberá ser
enviado/a a la escuela inmediatamente con mínima discusión.
En el caso de que los padres no estén
seguros acerca de la salud de su hijo/a, deben enviarlo/a a la escuela de todos
modos; porque si los síntomas empeoran después, el centro lo comunicará a la
familia.
Aunque se le haga tarde, el/la niño/a
debe ir a la escuela.
Algunas veces un/a niño/a puede llorar
y gritar, negándose absolutamente a ir a la escuela. En ese caso, después de
hablar con él sobre sus temores, se le debe llevar. Uno de los padres podría
ser mejor que el otro en hacer cumplir esto. Incluso en algunas ocasiones, un
pariente puede encargarse del asunto durante unos días.
3. Coger una cita para que
el/la niño/a vaya a ver a su médico la misma mañana si se queda en casa.
Si el/la niño/a tiene un síntoma
físico nuevo o parece estar muy enfermo, es probable que los padres quieran que
se quede en casa. Si tienen dudas, probablemente su médico puede determinar la
causa de la enfermedad del/la niño/a. Si el síntoma es causado por una
enfermedad, puede iniciarse el tratamiento apropiado. Si el síntoma es causado
por ansiedad, el/la niño/a deberá volver a la escuela inmediatamente.
Los/as niños/as con dolor de garganta,
tos moderada, secreción nasal u otros síntomas de resfriado, pero sin fiebre,
pueden ser enviados a la escuela. Los/as niños/as no deben permanecer en casa
por "parecer enfermos/as", "tener mal color", "tener
ojeras" o "estar fatigados/as".
4. Solicitar la asistencia del
personal de la escuela.
Deben informar al/la maestro/a de la
escuela que, si los síntomas del/la niño/a aumentan, deje que se relaje de 5
a 15 minutos en otro lugar, en lugar de enviarlo/a a casa.
Si el/la niño/a tiene algunos temores
especiales, como recitar en clase, el/la maestro/a generalmente hará
concesiones especiales.
5. Hablar con el/la
niño/a sobre su temor a la escuela.
En algún momento, que no sea una
mañana de escuela, hablar con el/la niño/a sobre sus problemas, alentarlo/a a
decir exactamente lo que le molesta, preguntarle qué es lo peor que podría
pasarle en la escuela o en el camino a la escuela. Si hay una situación que
pueda cambiar, decirle que harán todo lo posible por cambiarla. Si les preocupa
que los síntomas puedan empeorar en la escuela, asegúrenle que puede relajarse
unos minutos en el colegio según lo necesite.
Después de escucharlo/a atentamente,
deben decirle que entienden sus sentimientos, pero que sigue siendo necesario
que asista a la escuela mientras mejora.
6. Ayudar al/la niño/a a pasar
más tiempo con otros/as niños/as de su edad.
Fuera de la escuela, los/as niños/as
con fobia escolar tienden a preferir estar con sus padres, jugar dentro de
casa, estar solos/as en su cuarto, ver mucha televisión, etc.
Muchos/as no pueden pasar una noche en
casa de un/a amigo/a sin desarrollar un sentimiento abrumador de nostalgia.
Necesitan estímulo para jugar más con sus compañeros/as.
Esto puede ser difícil para los padres
que disfrutan de la compañía del/la niño/a, pero a la larga es el mejor curso
de acción. Es necesario que alienten a su hijo/a para que hagan deporte (por lo
general, prefieren los deportes que no son de contacto físico). Además es
conveniente que envíen más frecuentemente a su hijo/a fuera de casa o a las
casas de otros/as niños/as. Pueden invitar a los amigos/as de su hijo/a a salir
con su familia o a pasar la noche en su casa. La experiencia en un campamento
de verano podría resultarle sumamente beneficiosa.
Apunte de programa:
·
Detectar el origen de la
fobia: relaciones con el/la profesor/a o compañeros/as.
·
Colaborar con el/la
profesor/a, director/a, psicólogo/a para establecer un plan de acercamiento al
centro.
·
Jerarquizar las
situaciones de menor a mayor miedo. Ejemplo:
·
El/la niño/a junto con
la/el madre/padre visitan con frecuencia el edificio y los patios de la
escuela.
·
Madre/padre e hijo/a
entran en el edificio de la escuela, pasean por él y miran cómo juegan otros/as
niños/as.
·
Madre/padre e hijo/a
entran en el aula vacía y permanecen allí un rato.
·
Un/a compañero/a acompaña
al/la niño/a en el aula vacía. La/el madre/padre está con ellos y promueve la
interacción.
·
La/el madre/padre se sitúa
delante de la puerta del aula, permaneciendo atenta al/la niño/a.
·
La/el madre/padre se aleja
del aula pero permanece en los alrededores.
·
El/la niño/a asiste
durante unos minutos a una clase mientras es esperado/a por su madre/padre
delante de la puerta.
·
El tiempo de asistencia a
la clase se alarga paulatinamente, mientras la/el madre/padre aguarda cerca del
aula.
·
Mientras el/la niño/a
asiste a las clases la/el madre/padre lo espera delante de la escuela,
recogiéndolo/a a una determinada hora
Si mientras se lleva a cabo el proceso
de acercamiento gradual al estímulo fóbico (colegio, clase, compañeros,
profesor...) se le proporciona al/la niño/a información-satisfacción de cómo va
superando su miedo se acelera el proceso de extinción de la conducta fóbica.
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