La
defusión es un proceso poderoso; quizá se trate del más importante de todos los
procesos de ACT destinado a aumentar la flexibilidad psicológica –junto con
aceptación, contacto con el momento presente y yo como contexto-.
¿Por
qué? Porque la fusión cognitiva lleva a la evitación, a la perdida de contacto
con el presente y al apego al yo conceptualizado. Debido a propósitos
pragmáticos, el modelo ACT generalmente se presenta compuesto por seis procesos
(añadiendo valores y acción comprometida a la lista) pero la fusión es
probablemente el principal proceso de inflexibilidad, convirtiendo a la
defusión en la mejor aliada para ayudar a los clientes a cambiar. No queremos
decir que el contacto con el presente, la aceptación y el yo como contexto sean
poco importantes sino, más bien, que son instancias de defusión más que
procesos totalmente distintivos.
Cuando
un cliente está defusionado nuestro trabajo se hace más fácil. Podemos
focalizar entonces en entrenamiento en habilidades, clarificación de
valores y motivación.
Recuerden
los tres pasos para la defusión:
- Notar
secuencias comportamentales (en particular
pensamiento-acción-consecuencia)
- Evaluar
la efectividad de la acción en términos de los valores
- Incrementar
la flexibilidad de respuesta a los pensamientos
Si
los clientes son habilidosos en estas tres áreas, el único elemento principal
que necesitarían es una dirección (valores claros). Trabajar sobre las acciones
requerirá menos trabajo si la defusión y los valores son fuertes porque las
barreras hacia una vida con sentido serán mucho más fáciles de superar.
¿Pero
qué ocurre si la fusión es alta?
Es
generalmente a través de la repetición de las técnicas de defusión –ejercicios
formales o interacciones verbales más naturales- que el cambio comienza a ocurrir.
Se suele decir que aprender un nuevo movimiento requiere cientos (algunos
incluso dicen miles) de repeticiones para que quede bien integrado a nuestro
repertorio. Una búsqueda rápida revela, sin embargo, que esto es más bien una
creencia popular y no algo científico. Después de todo, ¿acaso no notamos todos
momentos en los cuales una metáfora, un ejercicio o una pregunta transforman
radicalmente al cliente? Pero aun así el cambio lleva tiempo generalmente,
especialmente si se trata de viejos hábitos.
Algunos
de nuestros clientes están particularmente fusionados. Solemos llamarlos
“rígidos”. No sientan vergüenza de esta etiqueta ya que en realidad captura
bastante bien la sensación de estar fusionado, y nosotros podemos experimentar
también esa sensación con bastante facilidad: se vuelve difícil mirar el mundo
desde diferentes puntos de vista, imaginar interpretaciones alternativas o
soltar una opinión –incluso cuando las acciones basadas en esa opinión tienen
un costo alto o son dañinas. Se siente rígido.
¿Qué
experimentas cuando interactúas con un cliente “rígido”? Adivino que no es raro
que comiences a sentirte rígido también. Aún con toda la compasión y la aceptación del mundo,
es difícil permanecer abierto cuando enfrentas consistentemente una pared de
rigidez, especialmente cuando el contenido de lo que se está diciendo
contradice tus propias creencias.
¿Qué
podemos hacer, entonces, cuando un cliente está altamente fusionado? Si has tratado de decirle a un
cliente que “agradezca a su mente por ese pensamiento” luego de que él se quejó
sobre lo injusto que es el mundo, habrás notado que él encontró muchos más
argumentos que apoyaban su pensamiento original respecto a que el mundo no es
justo. La fusión no disminuyó sino que se incrementó. Cuando la fusión es
alta, las técnicas de defusión pueden sentirse como invalidantes y alimentar la
fusión. No se trata de que la defusión no sea apropiada aquí, se trata de
que requiere paciencia y disposición a experimentar un cierto grado de
fusión. ¿Fusión? Sí, leíste bien.
Déjame
explicar esta idea con una metáfora. Probablemente sepas que el té contiene
cafeína y que la cafeína es una estimulante. Por esta razón, mucha gente evita
tomar té por la noche, del mismo modo que evitamos tomar café para evitar
problemas de sueño. Lo que es menos conocido respecto del té es que también
contiene taninos, los que contrarrestan los efectos de la cafeína. Pero para
beneficiarse de los efectos de los taninos, el té necesita infusionarse por más
tiempo. Esto significa que, de manera algo contraintuitiva, cuanto más
infusiones el té, menos efecto estimulante tendrá.
¿Y
si enfocamos la rigidez como si fuera té? Esto significaría que la fusión sería
el antídoto para la fusión. Pero, si queremos que el efecto benéfico ocurra,
necesitamos que la rigidez se “infusione” durante un rato. Necesitamos
acompañar a los clientes en los relatos e historias que cuentan, al menos por
un momento.
En
ACT en general se nos estimula a soltar la historia**, pero quizá a veces necesitamos
soltar la historia de que necesitamos soltar la historia. Quizá necesitamos
confiar en que los clientes tienen la fortaleza para defusionarse, aun cuando
están altamente fusionados. Es más fácil confiar en su capacidad para
sobreponerse a las dificultades cuando las emociones primarias son la fuente
principal de sufrimiento que cuando la rigidez o el pliance son más centrales.
Aun así, incluso clientes “rígidos” tienen taninos adentro suyo.
Entonces,
¿cuáles son los taninos de nuestros clientes? La respuesta es más simple de lo
que crees. En cada historia hay un proceso. El único problema es
que el contenido de la historia puede oscurecer el proceso y terminamos
ahogándonos en o rechazando toda la historia en su conjunto. No dejamos a la
historia infusionarse el tiempo suficiente. Pero si nos tomamos el tiempo de
escuchar cuidadosamente, escucharemos las pistas que articulan los
eventos contenidos en la historia. Estas pistas dicen mucho respecto al
modo en que los clientes se relacionan con sus historias. Esas pistas son los
taninos.
Acá
va un ejemplo concreto: un cliente dice “No puedo creer que me despidieran. No
tiene ningún sentido, es realmente injusto. Ahora estoy en graves problemas…
¿cómo voy a pagar el alquiler? Esto me pone en una situación terrible. Sólo
porque llego tarde a veces eso no significa que tengan que despedirme, ¿no? ¡No
es que no hago mi trabajo! ¿Sabes qué? Voy a ir al trabajo mañana, no me
importa si me despidieron. Voy a ir y voy a trabajar como siempre. ¡Es injusto
y no voy a permitirles que me arruinen la vida!”
¿Cuántas
veces pensaste que esta persona estaba fusionada al leer estas líneas? Yo conté
al menos dos. Concedido, no conocemos toda la situación. Pero justificar
llegar tarde al trabajo y volver al trabajo después de haber sido despedido no
son los modos más defusionados de encarar esta situación, ¿verdad? Sin
embargo, el antídoto para tal estado de fusión se encuentra en la historia del
cliente. Escuchemos de nuevo, y esta vez prestemos atención a los pistas.
“No
puedo creer que me despidieran. No tiene ningún sentido (el cliente
expresa confusión), es realmente injusto. Ahora estoy en graves problemas…
¿cómo voy a pagar el alquiler? Esto me pone en una situación terrible (el
cliente expresa preocupación). Sólo porque llego tarde a veces eso no
significa que tengan que despedirme, ¿no? ¡No es que no hago mi trabajo! (el
cliente establece reglas) ¿Sabes qué? Voy a ir al trabajo mañana, no
me importa si me despidieron. Voy a ir y voy a trabajar como siempre. ¡Es
injusto y no voy a permitirles que me arruinen la vida!” (El cliente
intenta escapar de sus preocupaciones a través del seguimiento de reglas).
Las
pistas que señalo aquí corresponden a mi modo de escuchar la historia o puede
haber otras maneras. Pero interpretada con estas pistas, la historia se vuelve
útil para ayudar al cliente a desatorarse. Si le digo al cliente “gracias mente
por ese pensamiento” o le pido que repita “es injusto” una y otra vez hasta que
la palabra pierda su significado, mi apuesta es que el cliente no va a estar
menos fusionado. La fusión tampoco creo que disminuya mucho si le pido que
“mire la situación desde una perspectiva diferente”. Todas estas técnicas son
usualmente útiles pero pueden darse contra la pared cuando la rigidez es alta.
¿Qué
puedo decir en lugar de eso? Los clientes muy rígidos tienden a
“encendernos” y nosotros en respuesta tendemos a ponernos más distantes,
juiciosos y fríos. Recordemos que para infusionar el té necesitamos agua
caliente. Cuando nos mostramos cálidos y damos apoyo, aun cuando lo que escuchamos
es desagradable o desalentador, nuestros clientes están más abiertos a un modo
diferente de escuchar la historia.
Concretamente, esto
implica:
– Escuchar
la historia del cliente, validando sus sentimientos (por
ejemplo: “pareces muy sorprendido por lo ocurrido”, “¿estás preocupado?”,
“puedo entender que estés preocupado”)
– Permanecer
curiosos respecto a las reglas (por ejemplo: ver qué valores pueden
extraerse de “eso no es justo” o “¡no se trata de que no hago mi trabajo!”)
– Explorar
con genuina curiosidad la efectividad de las respuestas guiadas por
reglas (por ejemplo: “¿qué piensas que pasará si vuelves al trabajo
mañana?” y luego ¿qué? “¿Crees que te ayudaría a que te devuelvan el puesto?”,
“¿te acercaría más a las cosas que te importan?”) Y opciones alternativas (por
ejemplo: “me pregunto si podríamos explorar algunas otras opciones juntos, sólo
para asegurarnos de que no nos estamos perdiendo nada importante, ¿qué te
parece?”)
Mi
consejo: intenta no contradecir a los clientes en este punto. No porque temas
sus reacciones sino porque ellos estarán más abiertos a las pistas que les ayudas
a notar si puedes escuchar la historia completa. Permití que la historia se
infusione. Permití a los taninos hacer su efecto. Confía en el proceso.
*Traducción:
Paula José Quintero
**la
palabra original es story, la cual puede ser traducida como
historia, relato o cuento. No tiene el sentido aquí de historia de
aprendizaje.
http://articulos.grupoact.com.ar/2016/02/defusion-a-traves-de-la-infusion/
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